La última película de la saga resulta ser fresca, entretenida y espectacular. Sin duda uno de los ejemplos a seguir en lo que se refiere a ciencia ficción comercial. Cuesta entrar un poco en escena, partiendo en que cronológicamente esta sería la primera película de la saga y que además transcurre en un universo paralelo donde la vida del protagonista, Kirk, ha cambiado de forma radical: huerfano de padre al nacer, mala hierba en su pubertad y archienemigo de Spock en la actualidad.
Sólo decir que la mitad del presupuesto se ha fundido en los efectos especiales por ordenador y la otra mitad en pijamas para reemplazar los atuendos. Bromas aparte llama mucho la atención la facilidad de opciones de promoción que hay en la nave Enterprise: un polizón pasará a ser Primer Oficial por su cara bonita, e incluso el becario ruso de 17 años llegará a ser Capitán durante un breve periodo de tiempo. Eso sí, la película es muy digna de ver.
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